“Con Juanito podría reconocer el ejemplo vivo de Jesús”

Conocí al padre Juanito más de cerca porque visitaba mi casa. Mi esposo, tenía un taller de bicicletas y era el mecánico de su confianza. El traía para mi esposo todas las camisas que él ya no usaba, ya bien gastaditas ¡eso si bien blanquitas!, para que le sirvieran para limpiar la grasa de las bicicletas.

Se hizo tan amigo que compartíamos momentos como un almuerzo, desayuno o una cena en familia, siempre con su sonrisa dulce y esa mirada de ternura. Luego participé en un retiro espiritual de tres meses de duración con él. Cuando mi esposo falleció estuvo muy pendiente de mi familia, de mis hijos en la formación cristiana. Compartíamos cenas navideñas que preparaba el dueño de un negocio en el centro de la ciudad.

Llegamos a conocer las cosas que le gustaban y las que no y las bromas repentinas que le hacia el padre Melo. Lo recuerdo como si fuera hoy muy serio en su trabajo. Cuando fuimos a misionar en el año 1997, nos preguntaba ¿cuántas casas han visitado?: unos respondían que tres,  otros decían que cinco y él decía “¿saben cuántas casas visité yo hoy?: una”. Decía que el trabajo debería de hacerse muy dedicadamente.

Siempre dijo que no le agradaban las despedidas. El saludo que él daba era con unos golpes suaves con el puño en el hombro y decía: ¿Cómo estás?. Él se metía en la vida del pueblo, de la gente. Lamento mucho su muerte y más no haber podido despedirme de él. Hay tantas cosas que contar, que podría amanecer contando las anécdotas compartidas con el Padre Juanito, que significa un hermano, un compañero, un amigo.

En la vida diaria compartida con Juanito podría reconocer el ejemplo vivo de Jesús: sus ojos reflejaban la mirada tierna y misericordiosa de Jesús. Cuando compartió con nosotros en nuestro pueblo y familia  percibíamos el mensaje de paz, esperanza y alegría. Nunca podré olvidar su entrega reflejada en los gestos de amor para nosotros. El nos enseñó a caminar como verdaderos cristianos. El Padre Juanito quedará impregnado como huella indeleble en el corazón de nuestra familia y nuestro pueblo.

 

(Aída Rodríguez y familia)

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